domingo, 30 de noviembre de 2014

Marcos 13, 33-37

Tres son las partes de este discurso con una invitación fundamental en cada una:

Frente a la conflictividad político-religiosa de la historia: DISCERNIMIENTO (13, 5-23)
Frente a la venida del Hijo del Hombre: ESPERANZA (13, 24-32)
Frente al presente: VIGILANCIA (13, 33-37

Adviento

La riqueza teológica y espiritual del Adviento

El Adviento encierra un rico contenido teológico, pues se desenvuelve entre la espera de la parusía, revivida en los textos mesiánicos escatológicos del Antiguo Testamento, y la perspectiva de la Navidad.
El Adviento evoca ante todo la dimensión histórico-sacramental de la salvación. El Dios de la historia de la salvación es quien se revela en plenitud en Jesús que se encarnó para salvar al hombre.
El Adviento,  revelándonos las verdaderas, profundas, misteriosas dimensiones de las venidas de Jesús, nos recuerda el compromiso misionero de la Iglesia y de todo cristiano por el advenimiento del Reino de Dios.
Con la liturgia del Adviento, la comunidad cristiana está llamada a vivir determinadas actitudes espirituales: la vigilancia y gozosa espera, la esperanza y la conversión.
la Iglesia viviendo esta espera en actitud vigilante, clama: "Maranatha: Ven Señor Jesús" Apoc 22, 17-20


   
I DOMINGO:  Frente al presente, vigilancia.
¿Qué significa vigilar? En primer lugar, no es actitud pasiva de esperanza, sino acción concreta de quien se siente responsable, junto con muchos otros, de la "casa" de Dios que es el mundo. En otras palabras, vigilar es testimoniar la acción y presencia de Dios en medio de las personas. Esto porque, ante el proyecto de Dios, que es libertad y vida para todos, los seguidores de Jesús pueden acomodarse: sea "rehuyendo" los compromisos y acomodándose con lo presente, sea desanimándose cuando la victoria sobre la injusticia y la muerte parece imposible. "Dormir" es descuidar el compromiso con el proyecto de Dios. La comparación que Jesús usó da la impresión de que el dueño de casa está para llegar a cualquier hora, y la actitud básica de los discípulos-empleados es la de la espera activa que va construyendo en nuestra sociedad el Reino de Dios