domingo, 10 de agosto de 2014

Hambre eucarística Mateo 14, 13-21

Comieron todos hasta saciarse.

Jesús inaugura con los pobres y explotados una nueva humanidad, en donde el comercio es sustituido por la participación de los bienes de la creación.  La solución para el problema del hambre no está en un milagro (económico o religioso), pues Jesús rechazó esta tentación. el verdadero milagro es el de la distribución y participación de los bienes de la creación. Este "milagro" no es difícil ni imposible, pues los pobres y Jesús ya lo están realizando. El texto de hoy es también una tenue referencia eucarística (v.19) como gesto gratuito de Dios, como alimento de un pueblo libre, capaz de saciar a todos. Leída dentro del contexto de hoy, se reviste de la fuerza del alimento liberador. Nos podemos preguntar si no es hora de redescubrirla como memorial de liberación para la nueva sociedad, basada en la solidaridad y participación, y no solo en el rito.

HAMBRE DE LA EUCARISTÍA. HAMBRE DE JESÚS

Celebramos la Eucaristía, saciamos nuestra hambre profunda. Pero, ¿el hombre actual tiene apetito de Dios? ¿El mismo creyente tiene necesidad de comer a Jesús? La inapetencia de le Eucaristía es anemia del espíritu.

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