domingo, 30 de marzo de 2014

María de la anunciación





La mujer que mejor ha vivido como fiel y llena de amor de espera a Jesús Salvador, en medio de la oscuridad de la fe y de las ambigüedades y pruebas de la condición humana, ha sido la Virgen María.
Ella es nuestra compañera de camino de nuestra esperanza. Nos ha sido dada como Madre para alimentar esa esperanza con su intercesión y con su presencia misteriosa en nuestra vida.
El Evangelio nos muestra una vez más la condición humana de su maternidad; Dios quiso venir a la tierra en la humildad de un hogar que pasó por las oscuridades y malos entendidos que cualquier familia, superadas por la fidelidad de María a las promesas del Espíritu, y por la lealtad de José a su esposa y a los signos de Dios.
Se ha alabado siempre a María y a José por sus virtudes ocultas, por su aceptación de una misión extraordinaria, pero al mismo tiempo envuelta en la condición más ordinaria de la vida de un pueblo, del trabajo manual, de las tareas de familia, participando en la vida de un pueblo pobre y oscuro."De Nazaret pude salir algo bueno" Juan 2, 46. Es ahí, en cualquier sistema social, donde se teje, día a día, la fraternidad, la justicia, la libertad, y el hombre nuevo, hijo de Dios.
María y José nos arrancan de la evasión de vivir el Evangelio fuera del realismo de nuestro propio Nazaret.

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