miércoles, 28 de mayo de 2014

Jesús nos enseña a amar - Juan 14, 15-21






"El que acepte mis mandamientos y los cumple, este me ama"
Para algunos cristianos, los mandamientos están desacreditados, debido a una educación religiosa traumatizante. "Este es pecado, esto se puede hacer, esto no se puede hacer..." Pero Jesús dice que la ley que resume a todos los mandamientos y los contiene a todos es esta: "Ama a Dios y ama a tu hermano" Esta manera de enfocar la ley es liberadora.
Hablemos del amor, pero no como se habla siempre; tratemos de encontrar una definición del amor para que se nueva, que valga la pena. Por ejemplo, amar a una persona es no usarla. Desde luego, podemos usar a Dios. Cuando queremos que haga lo que nos gusta; cuando queremos que esté a nuestro servicio, y no pensamos que nosotros debemos estar a su servicio. Muchos malos ricos lo usan cuando van a la Iglesia para que Dios calme sus remordimientos. En el fondo sienten, intuyen que dañan a los otros, y piden a Dios que los tranquilicen. Algunos sacerdotes se prestan a este juego. La prueba está en que cuando uno de ellos los inquieta, se siguen protestas, campañas, denuncias. Van a la Iglesia para que Dios les diga los que ellos quieren oír. Muchos políticos en nuestros países hacen lo mismo: van a la Iglesia para ganarse el favor popular.
Es una religión de consumo. Se va a Dios para obtener de Él lo que acomoda. Esto no es amar a Dios, sino usarlo. ¿Cuál sería la verdadera actitud? Ponerse a disposición de Dios como los Apóstoles y decirle: Aquí Estoy a tu servicio, mándame. Tener la preocupación de descubrir aquello que Dios quiere de cada uno de nosotros. No usar a Dios, sino ser usados por Él, sabiendo que Dios nos usa sin destruirnos, como hacemos nosotros con los objetos que consumo, buscando una satisfacción egoísta, sino haciéndonos crecer. 
Podemos hacer la misma reflexión en la línea del amor a los otros. Amar al otro no es usarlo. Revisemos con sinceridad todas las formas en que el hombre es usado, en el plano político, en las relaciones del trabajo, en la amistad. el amor es todo lo contrario de esto: amar una persona es respetar su identidad, escucharla, desear que crezca, y hacer lo posible para que ella crezca. Amar es practicar la comunión y la participación.

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