jueves, 8 de mayo de 2014

Sin resurrección la ceguera es permanente


La comunidad desorientada no experimenta la victoria del Resucitado. Jesús puede estar caminando con ella, pero ella no lo reconoce. en efecto, en el diálogo de Jesús con los discípulos de Emaús se percibe que ellos conocen los hechos referentes a la vida de Jesús antes y durante la pasión, manifiestan sus expectativas en vista de la liberación y su frustración ante la muerte en la cruz. La referencia al tercer día después de la muerte de Jesús sella esa frustración sin expectativas. En efecto, creen que después  del tercer día el espíritu se apartará definitivamente del cuerpo, sin posibilidad de retorno. La muerte se habría apoderado de Jesús y de la comunidad. Ni siquiera el testimonio de las mujeres, el sepulcro vacío, el mensaje de los ángeles y la misma presencia de Jesús caminando con ellos es capaz de hacerlo reconocerlo.

¡Qué suerte tuvieron los apóstoles que vieron al Resucitado!
¿Cómo podemos hoy, veintiún siglos después de la resurrección de Jesús, encontrarnos con Él? Dándole hospitalidad.

Jesús se hace presente cuando está la comunidad reunida en su nombre, en la proclamación de la Palabra: en los hermanos, sobre todo en  los más pobres y enfermos; y de una manera muy especial cuando se celebran los sacramentos, en particular la Eucaristía: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo... ¡Estemos atentos: Jesús resucitado está en medio de nosotros!

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